La victoria privada como camino hacia la victoria pública

Francisco Troncoso y Martín Serrano compartiendo una de sus victorias públicas

El camino hacia el reconocimiento público está plagado de aciertos y errores. Esas pequeñas victorias privadas o aciertos son los que nos llevarán a la victoria pública. Cuando un deportista logra su objetivo y mira hacia atrás, verá en su camino un montón de victorias privadas, diría que imprescindibles para lograr la victoria pública. No hay otro camino posible, no hay atajos, tampoco se puede llegar en paracaídas, sólo la suma de victorias privadas nos conducen hacia allí. Desde pequeños nos instalan en la cabeza el paradigma de que solo las victorias públicas son las que cuentan, sin dejarnos disfrutar del camino que suele ser más enriquecedor. Indudablemente la nota de tapa de la revista de automovilismo será para el ganador de la carrera, difícilmente para el debutante que logró ver por primera vez la bandera a cuadros, ésta última será una victoria que deberá disfrutarse en silencio y en el anonimato.

Comenzar con un fin en mente es una de las claves principales para lograr los objetivos. Desde allí trazar el camino que nos llevará hasta el logro del mismo y cumplir paso a paso con cada una de esas pequeñas metas o victorias privadas. Salir al primer entrenamiento enfocado en adaptarse rápidamente al circuito, hacer un veloz  y preciso diagnóstico del auto, transmitirlo con precisión al área técnica para promover los cambios necesarios, probar la efectividad de la nueva puesta a punto en el segundo entrenamiento y realizar las correcciones pertinentes acertadamente, serían algunas de las victorias privadas durante un fin de semana de carrera que nos podrían conducir a obtener la pole o un relevante puesto de largada (victoria pública). Muchos podrán acertar y obtener pequeñas victorias privadas, pero solo unos pocos llegarán a la victoria pública. El deporte propone el juego ganar–perder, no se consensúan los resultados con los rivales, no se reparten las ganancias, por lo tanto algunos deberán conformarse con llevar para sus casas sus pequeñas victorias privadas y con humildad replantear el camino para llegar a la victoria pública. Quién logre cambiar el paradigma “tu ganas-yo pierdo” por el de “tu ganas-yo aprendo”, aceptará la derrota como un medio para lograr la victoria, se redescubrirá en cada presentación y se dará cuenta que en poco tiempo se incrementarán sus pequeñas victorias privadas para lograr el ansiado reconocimiento popular.

"Quién entre a una pista pensando que el ganar es todo, cuando pierda sentirá que se quedó sin nada."

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